lunes, diciembre 13, 2010


EDITORIAL

Hoy todos en Tomé somos un poco más pobres


Pese a las advertencias y peticiones de un pequeño grupo de tomecinos, en los últimos días desapareció una de las últimas construcciones patrimoniales de la ciudad, que era la Casa Hinrichsen.

Esta hermosa vivienda tenía su fachada en buenas condiciones y habría bastado que cualquier organismo del Estado se hubiese interesado en ella para rescatarla y mantenerla para las futuras generaciones. Algo se se ha hecho en Valparaíso y también en Lota, con los pabellones mineros.

No existió esa generosidad con Tomé y se permitió que este bien patrimonial se destruyera. No por culpa de las religiosas de la Escuela Margarita Nasseau, quienes sólo vieron aquí un terreno para ampliar su proyecto educacional, algo muy deseable para la comuna, sino para el resto de los tomecinos, que no fueron capaces de movilizarse, reunirse, organizarse y exigir que este bien privado, pero de interés patrimonial, fuera preservado.

Ahora sólo queda lamentarse. Porque cualquier cosa que se construya aquí no tendrá, probablemente, ni una fracción del valor arquitectónico, cultural y patrimonial que representaba la hermosa Casa Hinrichsen. Una parte de la memoria histórica de Tomé se ha perdido y no por culpa del terremoto. Hoy todos en esta pequeña ciudad somos un poco más pobres.