Con una innovadora propuesta basada en la reutilización de corteza de eucalipto, la startup Aislacor pone en marcha su producción en la histórica fábrica de Tomé, ofreciendo una alternativa sustentable para el sector de la construcción.
Un proyecto nacido en la Región del Biobío está revolucionando el mercado de los materiales aislantes mediante el uso de desechos forestales. Se trata de Aislacor, iniciativa impulsada por Forestal Collicura y la Universidad de Concepción, que transforma la corteza de eucalipto —residuo comúnmente desechado— en un aislante térmico y acústico con bajo impacto ambiental.
El desarrollo comenzó en 2008 gracias a fondos de Corfo y el trabajo conjunto con el centro UDT de la U. de Concepción. Luego de varios años de investigación y prototipado en colaboración con centros europeos, el proyecto entra este mes en su fase de producción industrial, ocupando parte de la antigua infraestructura de la planta textil Bellavista Oveja Tomé.
Aislacor opera actualmente en dos plantas del Biobío, y su producción inicial se distribuirá a nivel nacional. El material resultante, similar a una colchoneta, combina propiedades térmicas, acústicas y de resistencia al fuego, y puede cortarse con herramientas simples, facilitando su uso en obra.
El proceso involucra el prensado de la corteza con un polímero, que al ser horneado da origen a un material denso, liviano y flexible. Este avance no solo contribuye al aprovechamiento de residuos forestales, sino que también mejora la eficiencia energética de edificaciones.
El equipo proyecta expandirse a otras regiones del país y valora el modelo de colaboración entre empresa, academia y sector público como clave del éxito. El producto se perfila como una solución alineada con las exigencias del mercado actual: sustentabilidad, innovación y responsabilidad ambiental.