martes, mayo 07, 2024

Tomé despidió a pintor y escultor Santiago Espinoza

 

Tomado de Youtube.

Tomé despidió ayer al destacado pintor y escultor Santiago "Chago" Espinoza Soto, Premio Municipal de Arte 2005, quien falleció el sábado 6 de mayo en Tomé, debido a un cáncer al pulmón. 

Autor de numerosas obras,que expuso en más de 33 países, sus estudios primarios los realizó en Tomé en la Escuela "FIAP", posteriormente Colegio Guillermo Velasco, y estudió Arte en la Universidad de Concepción en 1973, titulándose con mención en escultor. Entre sus influencias estuvo el grabador tomecino Rafael Ampuero.

Realizó sus trabajos en diversos materiales, incluyendo madera, piedra, cerámica y cemento. La figura de la mujer está presente en la mayoría de sus obras. En una entrevista explica que "una amiga psiquiatra me ayudó a darme cuenta de que los conceptos de maternidad y la gestación me resultaban amigables, porque mi madre fue una tremenda fuente de inspiración".

Uno de sus encargos fue el que le realizó la Clínica Francesa de Concepción (hoy Clínica de la Mujer de Sanatorio Alemán) para un mural en el área de maternidad llamado "Vida", realizado en hormigón, en el que retrata a una madre apoyada en un árbol, que sostiene a su bebé.

Santiago Espinoza vivió toda su vida en Tomé, pese a los numerosos ofrecimientos por realizar trabajos en otras ciudades. "Perdería mi esencia, quiero seguir emprendiendo acá", afirmó en una entrevista. 

En Tomé están dos de sus esculturas: "Alegoría al mar", en madera, en la Plaza de Armas, y "Maternidad" en hormigón, en el ingreso de la comuna.

En 1996 el periodista Sergio Ramón Fuentealba publicó el libro "Santiago Espinoza, el artista de Tomé", que puede ser descargado gratuitamente desde la página del Archivo Histórico de Concepción. El texto es una larga conversación que el autor sostuvo con el artista, en ella explica su opción por la artesanía y su abandono de la docencia:

"Yo era profesor de Liceo, pero en esta obsesión por dedicarme al taller, dejé la docencia finalmente. La artesanía se vende un poco más que una pintura o una escultura. Es de una producción un poco más masiva y en cierta medida, cumple una función más decorativa que estética, en relación a la escultura y dije yo: "es algo que me gusta hacerlo, y eso es lo que va a ayudar a ser lo grande que quiero ser". Es difícil vivir del arte, pero al dejar las clases, comencé seriamente a dedicarme a la artesanía, a la cerámica. Con el tiempo, me vinculé a una empresa comercializadora de Santiago, me metí en un catálogo de exportación y he llegado a tener pedidos de veintitrés países. Pero no me quiero masificar demasiado, porque tendría que contratar a más gente y transformarse en otra cosa que no quiero. Vender me permite vivir en el arte. Con algunas penurias, claro, pero al final lo pasamos bien. Pensar que me pagan por hacer lo que quiero, y no todos están en lo mismo".