
La actividad fue fiscalizada por personal de Sernapesca, que verificó que los locos cosechados cumplieran con la talla mínima de 10 centímetros exigida por la normativa vigente.
El loco sufrió una explosiva explotación en la década de 1980, para ser exportado a Japón, que llevó a la autoridad a decretar la veda de su extracción desde 1985, con breves períodos de apertura con cuotas para buzos mariscadores. Desde fines de los años 80 el IFOP desarrolló una línea de investigación para el cultivo y repoblamiento del loco, que se ha desarrollado desde esa fecha en la zona costera.