jueves, octubre 30, 2014

Mausoleo de la Familia Werner de Tomé se muere

Mausoleo de la Familia Werner en Tomé.
Por Rolando Saavedra.

Próximo acumplir un siglo, el Mausoleo de la Familia Werner en Tomé, demuestra ancianidad y abandono. La cruz que coronaba su cúpula, fue abatida por el sismo del 27 de febrero del 2010. En días de lluvia, el agua escurre por el interior de sus nichos. El bello crucifico de mármol que adorna su altar interior, ha sido girado por los sismos. Las jardineras de mármol, añoran ilusiones y claveles. Su exterior solemne, manifiesta pátinas de olvido.

Este singular mausoleo tomecino, destaca en el paisaje sur del camposanto, por su armónico diseño, influenciado por la arquitectura románica, manifestada en el arco de medio punto de su acceso, columnas y elementos decorativos. El domo o cúpula semiesférica, rematada en cruz, se apoya en base cuadrada. Altura y tamaño, denotan sentido religioso y propósito fúnebre de la obra, destinada a perdurar en el tiempo, como excelsa manifestación de reverencial respeto de los deudos.

De acuerdo a información oral, el Mausoleo Werner habría sido erigido en la misma época que la Iglesia de Bellavista (1923). Otros aseguran, que ya existía cuando falleció Edith Werner, el 12 de septiembre de 1921 y habría sido la razón por la cual sus restos fueron traídos desde Viña del Mar, para ser sepultados en Tomé, el 16 de septiembre del mismo año, hasta que fue exhumada y trasladada al cementerio Santa Inés de Viña del Mar, en 1929. Allí reposa en sarcófago de mármol, acompañada de los restos de sus padres, Carlos Werner Richtar y Selma Cristina Schönberg. Bien sabemos, que los motivos no aclarados del deceso Edith, transformaron su breve existencia en imperecedera leyenda tomecina.

En la actualidad, el Mausoleo Werner de Tomé, conserva los restos mortales de:

Alfredo Searle Witting, hijo de Else Berta Witting Werner y don Juan Searle Leigh, quien fuera ingeniero químico y autor varios estudios y publicaciones sobre las propiedades maderas nativas chilenas y proceso de secado.

Enrique Tapia Cruzat, segundo esposo de Else Berta Witting Werner. Abogado y diplomático.

Federico Wolf Stengel, esposo de María Karoline Adolfine Werner Richter. Empresario que se asoció con su cuñado Carlos Werner, en calidad de propietarios de la Fábrica de Paños Bellavista.

Edmundo Witting Ziebrecht, esposo de Ida Johanna Werner, alto funcionario de la Fábrica de Paños Bellavista y Regidor de la Municipalidad de Tomé a fines de la segunda década del siglo XX.

Emilia Werner de Woerdemann, cuyos dos primeros nombres eran Johanna Wilhelmine, y que fuera la primera mujer chilena, y tal vez de Sudamérica en ser nombrada alcaldesa. Fue designada por el Presidente Carlos Ibáñez del Campo como máxima autoridad municipal de la Comuna de Ránquil (Ñipas), función que desempeñó desde 1927 a 1931.

También ocupan nichos del Mausoleo las señoras: Else Berta Witting Werner, Yda Werner de Witting, Dorotea Werner Geb Richter y don Juan Searle Leigh.

No cabe duda, que con el tiempo, presencia y notable sobrevivencia estructural, el Mausoleo Werner se ha convertido en verdadero icono identitario y testimonial de una época pretérita, en que familias pudientes embellecieron nuestro primer barrio de silencio, con nobles edificaciones, pretendiendo asegurar a sus deudos, comodidad merecida y seguridad necesaria, en su eterno reposo.

Si no pudieran ocuparse en restaurar el mausoleo los descendientes de las personas que acoge el Mausoleo Werner de Tomé, bien debiera pensarse en declararlo Monumento Histórico bajo la Ley 17.288 y postularlo al financiamiento de Proyectos de Conservación Patrimonial, a objeto de no tener que lamentar la pérdida del segundo mausoleo más antiguo, del primer cementerio tomecino.

La reparación y conservación de este edificio fúnebre debe ejecutarse, no solo por los valores de carácter histórico, estético y simbólico que posee, sino para demostrar que, los tomecinos, respetamos a nuestros antepasados, aunque no sean familiares o vecinos de nuestra tumba familiar.

Para evidenciar que somos pueblo antiguo, es imperativo conservar y respetar los bienes del pasado.