jueves, abril 28, 2011

“Elogio al Espacio” y “Biblia de Piedra”

Hace pocos días fue inaugurada en el Paseo del Mar de Bellavista, al sur de Tomé, la escultura “Elogio al Espacio”, financiada por el Consejo Nacional de la Cultura y las Artes, Fondart Regional, del artista tomecino, de fama internacional, José Vicente Gajardo, quien ya había emplazado otra de sus obras en el sector de la Explanada tomecina, y que está dedicada a “San Pedro pescador”. El autor puede vanagloriarse legítimamente que sus obras miran el mar y el mar observa sus obras, no solamente aquí, sino que también en otras latitudes.

Ambas esculturas se suman a otras tantas que constituyen el valioso patrimonio cultural de la Comuna de Tomé. Es de esperar que la incultura grafitera (que también es cultura cuando se expresa en lugares y soportes apropiados) no dañe o contamine la estética original.

Cuando tuve la oportunidad de contemplar in situ la volumétrica estructura de sus dos piezas que la conforman (un semicilindro compacto vertical sobre el que descansa un semicilindro vacío y horizontal) otras personas intentaban desentrañar el significado de la obra, cuyo nombre no necesariamente coincide con la comprensión literal y personal.

Algunos inspirados, propusieron otros nombres e incluso vieron en su forma un homenaje a la mano por el semicírculo que posee el cilindro superior.

De todos los nombre propuestos e imaginados me gustó “Desafío al mar” (vaya que mal gusto después de los tsunamis). No cabe duda que dado su privilegiado emplazamiento a pocos metros del océano, será por siempre una interrogante saber qué sucederá con ella cuando en los próximos años (ojalá sea en los próximos siglos) nuevamente el océano se interese por conocer o invadir la tierra.

Hay un pero que impide que la armonización escultura y entorno sea perfecta. Es lamentable que las viviendas ubicadas frente a tan bello paseo y magnífica escultura que elogia al espacio, no posean un mínimo de sentido estético y sean un ejemplo de lo provisorio que permanecerá por décadas. A lo mejor se hace necesario apoyar a esas familias para no malograr 350 metros de belleza paisajística con dos manchas en el sur.

En el catálogo obsequiado en la ceremonia de inauguración de la obra, su autor, al referirse a su barrio Bellavista expresa: “Tuvimos todo y todo funcionaba. Una fábrica que mantenía económicamente a toda su comunidad. Una escuela espaciosa, un gimnasio, un pequeño mercado, una parroquia y un tren que nos conducía por los parajes más hermosos del borde costero que yo recuerdo con destino a Concepción, a la Universidad. Este concepto de comunidad era casi perfecto, mis pocos años de aquel entonces quizás lo idealicen. Faltaba tan solo, una biblioteca imponente como las otras construcciones, para que lo fuera.”

Acertadísimo y oportuno que el escultor José Vicente Gajardo, en la inauguración de “Elogio al espacio” se refiriera en el catálogo a la falta de biblioteca en la Bellavista de su infancia y juventud. Lo paradojal es que la Comuna de Tomé sigue sin Biblioteca Pública, dado que fue una de las dependencias del edificio municipal más dañada por el sismo 27/F y que no se consideró “espacio” para ella en las arrendadas dependencias municipales actuales u otro lugar adecuado. Los libros rescatados continúan guardados desde hace más de un año y nada hace presagiar que así no continuaran por mucho tiempo más, deteriorándose por la humedad y falta de ventilación, y lo que es peor privando desde niños a ancianos de un oasis de cultura en donde se podía beber gratuitamente de sabios y/o entretenidos manantiales escritos.

La otra paradoja es, que en medio de la plaza cívica de Tomé se emplazó el “homenaje al libro de los libros” financiado por la Comunidad Evangélica, monumental bloque de granito desbastado por el escultor local Igor Reyes, que reproduce el texto 2º crónicas 7:14 “El que humillare mi pueblo, sobre el cual mi nombre es invocado, y oraren, y buscaren mi rostro, y se convirtieren de sus malos caminos; entonces yo oiré desde los cielos, y perdonaré sus pecados, y sanaré su tierra”.

Me cuesta contener la imprudencia, que pueda resultar para algunos, el expresar mi deseo personal que le sean retiradas las cadenas que rodean la “Biblia de Piedra”. Una obra de tanto simbolismo en la liberación del pueblo de Dios, no merece estar encadenada. Más aún, cuando los libros han contribuido tanto a nuestra libertad física y espiritual. Las flores que adornan su base, bastan para poner distancia al observador y representan parte del paraíso que anhelamos y que por supuesto no imaginamos con eslabones de acero. El respaldo del libro debiera ser adornado con rosales o enredaderas, para que no se vea como muro desde el oriente.

Dicho monumento bíblico, debiera ser también una invocación y estimulación a la lectura, no sólo de la palabra de Dios, sino de todo tipo de textos que contribuyan al desarrollo intelectual, laboral y moral de nuestra comunidad. No todas las personas tienen los recursos para adquirir textos y publicaciones periódicas, sin embargo, tienen la diaria pasión de leer. Hoy por hoy, esa pasión sigue postergada para quienes saciaban su sed de noticias, conocimientos y entretención en aquella biblioteca sencilla, muchas veces sobrepasada en su capacidad de contener a sus lectores. Ya no es hora de manifestar que estamos preocupados por esta situación, sino que es el momento que nos ocupemos en buscar una solución definitiva que ponga fin a esta postergación cultural.

Así como me complazco sinceramente en manifestar mi gratitud a las autoridades y funcionarios municipales por haber creado y/o facilitado la concreción de los proyectos “Elogio al Espacio” y “Biblia de Piedra“, con la misma convicción me hago un deber sumarme a la voz de quienes piensan que no debemos hacernos cómplices del memoricidio del 27/F.

Las bibliotecas no solamente han sido destruidas por guerras, trifulcas y xilófagos, a los que se han sumado desastres telúricos y oceánicos, sino que también pueden ser víctimas de la desidia. ¿No estaremos propiciando un enmohecido “Fahrenheit 451”?. Es de esperar que la humedad sostenida no consuma todo nuestro humilde y magullado tesoro bibliográfico.

La biblioteca es la memoria de un pueblo y como expresó Eduardo Galeano “un pueblo sin memoria es un pueblo sin futuro”. No olvidemos que nuestra civilización no solo es de piedra, acero y petróleo, sino también de palabra escrita. Por eso y otros argumentos, no es presentable que siendo capaces de levantar un “Elogio al Espacio”, no demos “Espacio a la Biblioteca” y nos conformemos solamente con una “Biblia de Piedra”. Merecemos más que todo eso. Quiera Dios que así sea.

Rolando Saavedra Villegas
www.romanvilleg.cl
romanvilleg@yahoo.es