Se trata de Ítalo Montecinos, quien dejó el país para asumir un desafío global en el megaproyecto NEOM, con automatización industrial e IIOT para mejorar la eficiencia en el área de aguas.
Una invitación inesperada por LinkedIn cambió el rumbo profesional de Ítalo Montecinos Matamala. El ingeniero civil en automatización de la Universidad del BÍO-BÍO (UBB), con un magíster en Ingeniería Industrial de la Universidad de Concepción, pasó de trabajar en terreno en Chile a liderar el desarrollo tecnológico del sistema hídrico en NEOM, el proyecto urbano más ambicioso del planeta, ubicado en Arabia Saudita.
Desde Tomé al corazón del desierto saudí, su historia mezcla superación personal, innovación y un fuerte orgullo por la formación chilena. Desde hace cuatro años, Ítalo es parte fundamental del desarrollo de la ciudad futurista que promete redefinir los estándares globales en urbanismo, tecnología y sostenibilidad.
Su rol actual como Water Operational Technologies Manager en ENOWA Water, lo posiciona como uno de los profesionales clave en la implementación de sistemas de producción y distribución de agua potable como colección y tratamiento de aguas residuales y optimización operacional, para todo el territorio de NEOM.
La historia comenzó en 2019, cuando fue contactado por Jorge Lizama, otro ingeniero chileno que trabaja en el proyecto. “Pensé que era una estafa. No sabía nada de Arabia Saudita, ni del proyecto NEOM”, confesó. Con humildad, reconoció su bajo nivel de inglés hablado y “me dieron 4 a 5 meses para mejorar, y con el apoyo de mi esposa contraté clases intensivas, donde llegué a tener hasta cuatro sesiones diarias”. El esfuerzo rindió frutos, pasó todas las entrevistas y fue contratado.
NEOM es una región del tamaño de Bélgica, con múltiples proyectos simultáneos como Oxagon, Trojena y The Line que propone una ciudad lineal de 150 km de largo y 500 metros de altura, sin autos, ni emisiones.
“El proyecto está basado en conceptos sólidos de innovación profunda y participo en la definición de criterios y especificaciones técnicas para el diseño de estas obras monumentales, además de liderar el Centro de Control Central para toda el área de aguas”, comentó Ítalo.
Sobre su formación, destacó el valor de su paso por la Universidad del BÍO-BÍO. “La carrera de Ingeniería Civil en Automatización marcó mi desarrollo profesional. La rigurosidad académica y la diversidad de contenidos técnicos me entregaron herramientas únicas”, señaló. También reconoció la importancia del magíster en Ingeniería Industrial, como un plus diferenciador al postular a trabajos internacionales.
La inteligencia artificial es otra de las áreas que apasiona a Ítalo, especialmente por su potencial disruptivo en la automatización industrial. Desde sus años universitarios ha trabajado con redes neuronales y lógica difusa, y aunque reconoce que los algoritmos tradicionales como PID son estables y confiables, ve en la IA una oportunidad de transformar el control de procesos industriales mediante modelos que permiten múltiples entradas y salidas simultáneamente. “Si logramos garantizar su convergencia matemática, la IA podría equiparar y ser una mejor opción en casos de uso específicos, como procesos tipo MIMO (Multi Output)”, aseguró.
Además, destacó su uso en analíticas avanzadas, detección de comportamientos anómalos y predicción de fallos. “La IA no solo puede anticipar eventos, sino también optimizar la operación en tiempo real. El desafío es hacerlo con responsabilidad, respetando la ciberseguridad y garantizando que sus respuestas sean explicables”.
En su trabajo diario, estas capacidades ya se están aplicando en proyectos de telemetría, monitoreo remoto y ciberseguridad, transformando el manejo del agua en NEOM en una experiencia inteligente y resiliente.
Desde su experiencia, Ítalo asegura que el capital humano chileno no tiene nada que envidiar al resto del mundo. “He trabajado con profesionales de más de 120 países y técnicamente nuestra realidad país y geografía nos da una ventaja y experiencia que otros no tienen. Por ejemplo, que seamos un país, donde el presupuesto no es como el de naciones ricas, nos hace hacer más con menos, por lo tanto encontramos soluciones más simples, de menos costo pero igualmente efectiva y a veces mejores. Lo que sí nos limita gravemente es el inglés. Ahí tenemos una deuda país”, advirtió.
Hoy, junto a su esposa, asegura estar viviendo una etapa plena, tanto profesional como personal. “Tenemos más de 40 días hábiles de vacaciones al año y ya hemos viajado a más de 20 países. Además, vivir la cultura saudita me ha cambiado la perspectiva, ya que es un país que está en plena transformación y que ha sido mucho más amable de lo que imaginé. Los prejuicios que se tienen desde Chile no reflejan la realidad que veo día a día”.
Para quienes sueñan con desafíos globales, Ítalo dejó un consejo claro: “La oportunidad está. Pero hay que estar dispuesto a estudiar, trabajar duro y salir de la zona de confort. El talento chileno puede estar en el centro de los proyectos más grandes del mundo, si se lo propone”.