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Las cámaras captaron el retiro del mar varios metros. |
Durante los días 29 y 30 de julio, la comuna enfrentó un complejo escenario de emergencia provocado por el terremoto 8.8 en Rusia y un intenso sistema frontal. Pese a las alertas de evacuación, la mayoría de la población no abandonó sus viviendas.
En la comuna de Tomé se vivieron jornadas de alta tensión los días 29 y 30 de julio, luego de que el Servicio Nacional de Prevención y Respuesta ante Desastres (Senapred) decretara Alerta Roja por riesgo de tsunami en todo el borde costero chileno, tras un sismo de magnitud 8.8 registrado en Kamchatka, Rusia. La situación se vio agravada por un fuerte frente de mal tiempo que trajo consigo precipitaciones intensas y vientos que alcanzaron los 70 km/h.
Las autoridades ordenaron la evacuación preventiva de las zonas costeras bajas ante el riesgo de maremoto, pero en Tomé la medida no fue acatada de forma masiva. La mayoría de los residentes optaron por permanecer en sus viviendas, pese a que durante la tarde del 30 se evidenció un fenómeno anómalo en el mar: el agua se retiró varios metros de la orilla, señal que históricamente antecede a un tsunami.
Durante la emergencia, se suspendieron las clases, el comercio, las oficinas públicas y los servicios de locomoción colectiva, lo que paralizó gran parte de la actividad comunal. Personal de emergencia municipal se mantuvo desplegado durante ambas jornadas para coordinar las labores de prevención y resguardo.
Pese a la inusual retirada del mar, el eventual tren de olas proyectado por el Shoa para las 16:00 horas del día 30 no alcanzó niveles destructivos. El mar subió levemente, sin superar el nivel de una marea alta, por lo que no se reportaron daños a personas ni a infraestructura. No obstante, en varios puntos del Biobío se registraron reportes de comportamientos irregulares en el borde costero.
La respuesta ciudadana frente a la alerta generó preocupación en las autoridades locales, que destacaron que, si bien se evitó acudir a las playas, no se produjo la evacuación hacia zonas altas como se había instruido. El fenómeno fue seguido con aparente normalidad por la población, sin grandes muestras de alarma.
Como si el escenario no fuera ya complejo, el 31 de julio la Dirección Meteorológica de Chile (DMC) emitió un aviso por el probable desarrollo de nubes convectivas con características tornádicas en las regiones del Biobío hasta Los Lagos. La condición de inestabilidad atmosférica podría traer intensos vientos arrachados y fenómenos severos en la zona sur del país.