lunes, enero 17, 2011


El Renacer dela Textil Bellavista Oveja Tomé

Tomado de: Estrategia.

La nueva administración, encabezada por la familia Sabat, planea producir unos 100.000 metros de tela en un año, con el fin de llegar en algún momento a los mejores niveles de la tradicional textilera.


Eficiencia. Ese es el pilar del plan de trabajo de la nueva administración de la emblemática textil Bellavista Oveja Tomé, ahora comandada por la familia Sabat. Los octavos dueños, a casi 150 años de su creación, apuestan por sacar adelante la compañía y, de paso, dar una señal de resistencia del sector que se ha ido reduciendo frente a las importaciones.


En entrevista con ESTRATEGIA, el general de Texfina –la compañía mediante la cual su familia controla a Bellavista Oveja Tomé SpA– Juan Carlos Sabat, explicó que ahora “va a ser una empresa más pequeña en cuanto a personal, pero esperamos llegar al mismo nivel respecto a la producción en su mejor época. Para ello, se va a cambiar la logística interna de modo de lograr mejorar los niveles de eficiencia”. En todo caso, “también estamos abocados en no variar la calidad, sino que mantenerla o mejorarla”, agregó.

Historia

Fue en 1865 cuando el empresario Guillermo Délano creó la fábrica Paños Bellavista Tomé. Su especialidad, como su nombre lo dice, eran los paños, de los cuales llegó a producir 1.200 metros entre finos y de uso común.


En 1879 la compañía fue adquirida por el alemán Augusto Kaiser, luego la compró Carlos Fazzani, y en 1897, el empresario Carlos Werner. Durante el Gobierno del Presidente Salvador Allende, Bellavista Tomé fue expropiada y la administración pasó a manos de una cooperativa de trabajadores.


En 1982 fue adquirida por Hernán Ascuí. A raíz de la crisis económica de ese período se fusionó con Paños Oveja, fundada en 1917 en la misma ciudad, tomando el nombre que lleva actualmente.


El año 2002 la compró la sociedad de los empresarios Miguel Otero, Gabriel Berczely y Cristóbal Kaufmann.


En enero de 2008, el principal cliente que tenía la textil, la norteamericana Brooks Brother, le comunicó a sus dueños que “no seguiría comprando sus productos”, lo que desencadenó su cierre de puertas, dejando sin empleo a cerca de 650 trabajadores, pero en su peak llegaron a ser más de 2.000.


Luego de tres remates fallidos, emprendidos por el síndico Enrique Ortiz, la empresa finalmente se vendió en $1.535 millones a la familia Sabat, presentes en el mercado hace cerca de 50 años.

Desafío

“Las oportunidades hay que aprovecharlas en la vida y una empresa tan emblemática como Bellavista Oveja Tomé se merecía otra oportunidad”, aseveró Sabat. Además, “el hecho de haber comprado una empresa en quiebra, pero sin deudas, nos posibilitó partir de cero, lo que nos ha permitido seleccionar personal adecuado. Ya contamos con 60 personas y va a seguir aumentando”.


Cuando recibió la fábrica de manos del síndico de quiebras, “estaba en muy buenas condiciones para ser una empresa que llevaba tres años detenida. El síndico hizo un muy buen trabajo, porque tenía un equipo que estaba a cargo de la mantención, lo cual no es menor, porque son cerca de 300 máquinas y varios edificios”, aseguró. De todos modos, “tuvimos ciertos inconvenientes al comienzo para echar andar todo, sobre todo considerando que hubo un terremoto de por medio, pero los edificios eran muy sólidos y no pasó nada mayor en la estructura y tampoco hubo ninguna máquina dañada”.

Enfoque Futuro

La nueva administración está definiendo actualmente el enfoque de producción que tendrá la compañía. “Lo vemos más en tela de poliéster lana. Además de eso, vamos a fabricar nuevamente paños, que ya se habían descontinuado en la empresa”.


Actualmente la compañía está produciendo, sin embargo, “las telas saldrán a la venta de forma paulatina”, afirmó. “Inicialmente nuestro proyecto es producir 50.000 metros y, de aquí a un año, es llegar a la mitad de lo que hacía antes Bellavista (200.000 metros)”. Previo a la quiebra la producción era de 330 mil metros mensuales.


Asimismo, “tenemos compromisos sujetos con clientes, por lo que estamos echando a andar la planta por etapas. Una vez que ya tengamos la primera producción vamos a salir al mercado, sobre todo con exportaciones”. La familia Sabat ya inició conversaciones al interior del mercado boliviano y “la idea es seguir con algunos clientes que la empresa tuvo en Colombia, México, Estados Unidos, Canadá y porqué no a China, que hoy se está volcando al mercado interno”.
Y destacó que “en el mercado chileno vamos a ir escuchando cuáles son las necesidades. Estamos abiertos, pero vamos a tener que regular la empresa para que sea eficiente, pues no podemos cometer los mismos errores del pasado. En todo caso, estamos satisfechos porque a dos meses de la entrega por parte del síndico ya estamos fabricando”, concluyó.


Falta Apoyo a la Industria Textil

—¿El hecho de que hubo dos remates fallidos es una muestra de que la industria está complicada a nivel nacional?


—Demuestra que el sector textil en Chile está muy desprestigiado. Por ejemplo, en cuanto a cortinas sólo me preguntan ¿cuánto vale? Esa simple frase explica por qué el negocio funciona con importaciones y no con producción nacional. Cuando las personas están dispuestas a pagar por la calidad, es más fácil competir, porque uno se puede diferenciar.


—Pero lo que ha pasado es que las importaciones chinas a menor precio le han restado espacio a la industria interna…


—Es porque no se han podido diferenciar, pero Bellavista Oveja Tomé tiene ventaja competitiva por su imagen y marca, tanto en Chile como el extranjero. Pero al sector le falta ayuda. Por ejemplo, necesitamos que las Fuerzas Armadas compren localmente, puesto que actualmente lo hacen en el exterior, con productos confeccionados. Ahí dan trabajo a las empresas que hacen la tela y a quienes fabrican. También esperamos que los bancos apoyen al sector.


—¿No lo están haciendo?


—Se requiere que ayuden, ya que no es fácil, sobre todo cuando se trata de proyectos. Una empresa como Bellavista Oveja Tomé dejó muchos daños, en vario bancos, entonces la imagen que dejó no es la mejor. Pero visto de forma genérica, la industria necesita más apoyo.