jueves, abril 22, 2010

Tántalo y los bosques

Rolando Saavedra Villegas. Profesor Básico

Tuve el infantil privilegio que mi madre me animara a ser lector, comprándome el educativo Billiken (revista argentina creada por el uruguayo Constancio Vigil, que tomó el nombre de un famoso muñeco sonriente, diseñado por la estadounidense Florence Pretz). Gracias a esa publicación, de la que llegaban siete ejemplares a mi ciudad, hace medio siglo, me pude aproximar a la misteriosa y abundante mitología griega. A través de expresivas ilustraciones en blanco y negro, acompañadas del texto preciso en cada imagen, conocí, entre otras historias, el “suplicio de Tántalo”. Años más tarde, al ser obligado a leer la Odisea de Homero, me interioricé de mejor forma de su contenido. Luego de sobrevivir a nuestra propia odisea sísmica y oceánica del 27 de febrero del 2010, he vuelto a revisar este fragmento mitológico:

Luego a Tántalo vi con sus arduos tormentos. Estaba hasta el mismo mentón sumergido en las aguas de un lago y penaba de sed, pero en vano saciarla quería: cada vez que a beber se agachaba con ansia ardorosa, absorbida escapábase el agua y en torno a sus piernas descubríase la tierra negruzca que un dios desecaba. Corpulentos frutales sus ramas tendíanle a la frente con espléndidos frutos, perales, granados, manzanos, bien cuajados olivos, higueras con higos sabrosos; mas apenas el viejo alargaba sus manos a ellos cuando un viento veloz los alzaba a las nubes sombrías. (La Odisea.Homero).

Cuando ya han transcurrido varias semanas del infausto 27F, numerosas familias siguen viviendo o sobreviviendo su propia odisea de desamparo, acompañados de la pesadilla diurna y nocturna de no tener hogar y la mínima esperanza de satisfacer el urgente anhelo de cobijarse con dignidad.

Los árboles, han comenzado a entregar sus panfletos otoñales. El invierno acecha con sus toses, fiebres y romadizos. Al parecer la moda invernal en nuestra zona no va a estar asociada a las grandes tiendas, sino a las farmacias y tisanas. Ante esta desalmada realidad, espeluznante a la intemperie, resulta una burla de nuestra naturaleza humana y paisajista, estar rodeados de bosques y que haya tantas personas sin vivienda. Otras muchas personas que saben elaborar madera y construir casas, están sin trabajo. ¿Contrasentidos del libre mercado, falta de visión o deshumanización? ¿Todas las anteriores?

El suplicio eterno que impusieron los dioses a Tántalo, por varios delitos y haber sacrificado a su hijo Pélope, con el fin de ofrecerlo como cena a los dioses del Olimpo, fue justo y necesario. Nosotros no somos dioses (a veces nuestra soberbia nos envanece), no tenemos derecho a privar de vivienda a quienes la necesitan con suma urgencia.

Ahora, ante tanta necesidad se requiere magnimidad del Estado-Gobierno en la entrega de recursos. De los guarismos financieros y estadísticos, se debe pasar a las soluciones urgentes. La generosidad y solidaridad, que se necesita no es sólo material o financiera, sino que también de actitud y prontitud en la toma de decisiones, y que se ejecuten sin dilación.

En estas inesperadas jornadas, en que ha florecido la miseria, debemos contribuir y hacer todos los esfuerzos que permitan minimizar la cosecha de nuevas calamidades. Más que nunca se anhela que las autoridades autoricen, los financistas financien y los funcionarios funcionen. Es la hora, edad y oportunidad, de demostrar que somos una nación resiliente, capaz de escribir una mejor Historia y hacer realidad la promesa del “futuro esplendor”, a quienes desean abandonar el presente de ruinas.

No todo depende de Un techo para Chile y San Isidro Labrador.