viernes, julio 24, 2009



EDITORIAL
La mala educación de los tomecinos

Tener la cesantía récord a nivel nacional (17,7%) hace de Tomé una ciudad muy poco envidiable para vivir. Sin embargo, sus propios vecinos, los que se han quedado aquí, agradecen sus paisajes, su costa y la calidad de su gente.

¿Será eso verdad? o ¿los tomecinos son gente mal educada?.

A los ojos de un turista, que visita por primera vez la ciudad, tal vez le llame la atención la calidad de la construcción industrial, en el sector Bellavista y también algunas bonitas casas en el centro. También notará que las calles están limpias y las casas lucen con dignidad su pobreza.

Pero, ¡ay!. Bastará que se siente en la plaza, sólo por un rato, para que se encuentre con imágenes como ésta. De muchachos que no saben sentarse en un escaño público, que colocan sus zapatos donde otros van a sentarse después. Con perros vagos, que no hablan mal de estos animales, sino de la gente que los abandona o sencillamente los deja salir a la calle a vagabundear.

También reparará que abundan los graffitis. Pero no los graffitis artísticos, llenos se sentido y arte, que adornan algunos muros, sino simples rayones, con nombres que se repiten con insolencia y que sólo hablan de su mala educación. Que ensucian casi todas las casas, los cercos, los bancos de las plazas, los edificios públicos, las señales de tránsito, la publicidad callejera. Que los vemos también en los pasillos de los liceos, en los baños, en las salas de clases y en sus propios cuadernos y mochilas. Muchachos y muchachas cuya única forma de expresión es ensuciar el espacio de otros, desvalorizándolo, convirtiendo a toda la ciudad en basura.

¿Qué importancia tiene esta mala educación?. Mucha. Es esta imagen la que dejamos en la retina de quienes nos visitan, de quien hablará mal de Tomé después en Santiago y en el extranjero. ¿Quién va a invertir en industrias, comercios y servicios en una ciudad de gente mal educada, que desvaloriza lo poco que tiene?.

Es un círculo de malos resultados en el Simce, que luego significan malos resultados en la PSU, muy pocos que van a la universidad, muy pocos de esos egresados de la universidad que se quedan en Tomé, mucha gente valiosa que emigra a otras ciudades en busca de gente mejor.

En resumen, mala educación es sinónimo de cesantía, subempleo, pobreza y mala calidad de vida.

¿Se puede cambiar?. Por supuesto. Los cambios individuales se traducen en cambios colectivos. Pueblos y naciones enteras, sumidas por décadas en la pobreza, han elegido la educación y hoy son prósperas, bellas y respetadas. Sólo un ejemplo: Corea del Sur e Irlanda. Dos países que en 1950 habrían envidado el desarrollo de Tomé, hoy nos pueden mirar con lástima.