
¿Tiene futuro Bellavista?
En la mañana del sábado 2 de mayo se realizó una asamblea de los ex trabajadores de la textil Bellavista Oveja en el Sindicato Carlos Werner.
En el encuentro participaron apenas cerca de 120 personas, comparadas con las 501 que solicitaron ayudas del Estado en becas de capacitación. Si se considera que 750 personas fueron despedidas al momento del cierre de la empresa, en enero de 2008, uno podría suponer que unas 250 ya encontraron otro trabajo o que simplemente jubilaron o dejaron de buscarlo.
En el encuentro los dirigentes sindicales explicaron que la licitación abierta el 29 de abril se declaró desierta por falta de interesados y que el próximo 13 de mayo se realizará otra junta de acreedores, en que se decidirá si hay una segunda licitación o si se avanza derechamente hacia un remate.
Los trabajadores se mostraron decididos a impedir el desguace de la planta, porque el remate por lotes significará la muerte definitiva de Bellavista Oveja, y su imposibilidad de echarla a andar nuevamente. En la oportunidad se habló incluso de ocupar la planta si se decide el remate.
La pregunta que rondó durante toda la asamblea fue ¿tiene futuro Bellavista?.
Para los dirigentes sindicales los escenarios que esperan son una reapertura de la fábrica a través de uno de los ex dueños -Cristóbal Kauffmann- lo que resulta extraño, porque este ha repetido varias veces que no está interesado en retomar el proyecto, ni menos volver a invertir en él.
El segundo escenario es que el Estado, a través de la deuda que tiene BancoEstado, compre el resto de la deuda a Banco de Chile y otro centenar de acreedores, para volver a echar a andar la planta, para después de un tiempo, volver a licitarla al sector privado. El problema de esta idea es que requiere una ley de quórum calificado, es decir, una mayoría del 60% del Congreso, para un proyecto que sólo beneficiará a un pueblo de 50 mil habitantes, es decir, algo muy improbable.
¿Cuál es el escenario realista para Bellavista?
Es que efectivamente desaparezca la fábrica textil y que todos los activos pasen a remate, incluyendo los terrenos y edificios.
Las posibilidades son que Tomé, aprovechando el Proyecto Bicentenario, inicie un proceso de remodelación de su borde costero con fines inmobiliarios y turísticos, al sumar los terrenos que liberaría la textil, con aquellos que tiene la Empresa de Ferrocarriles del Estado (EFE) a través de Invía. Las amenazas a este proyecto son dos: cerca de un centenar de familias que viven en forma irregular sobre estos terrenos fiscales, incluyendo ex trabajadores ferroviarios y pescadores artesanales, además de la concesión marítima vigente que tiene Camanchaca en el pontón o muelle Hinrichsen.
Se trata de un cambio que está planificado a nivel gubernamental, que dispone de recursos públicos, pero que dependerá en definitiva, del interés que pueda despertar Tomé en inversionistas privados del sector inmobiliario-turístico.
La segunda opción es que estos terrenos costeros se destinen a fines industriales, replicando lo que hoy existe en comunas como Coronel y Talcahuano, en que pese a su desarrollo de este tipo, tienen las tasas de desempleo más altas a nivel nacional.
Del liderazgo que pueda ofrecer el alcalde Eduardo Aguilera, en su cuarto periodo, depende el futuro de la comuna.
Cómo responder a las presiones de un grupo de ex trabajadores textiles que se niega a reconocer que su fuente laboral ha desaparecido y de una industria pesquera que insiste en ocupar el borde costero, serán las grandes interrogantes que la comuna tendrá en los próximos años.