Tomé a seis meses del cierre textil
Vivir en la comuna con más cesantía de Chile
• La quiebra de la fábrica Bellavista dejó a 750 trabajadores en la calle y elevó el desempleo al 15,7%, una cifra que en Chile no se veía desde el retorno a la democracia.
• El gobierno buscará inversionistas para reactivar la textil. El municipio, en tanto, se encuentra en un dilema para compatibilizar industria pesquera y turismo.
Por Nello Rolleri V.
“Este ha sido un año horrible. Primero quedé sin trabajo, me finiquitaron el 21 de enero de la fábrica Bellavista (…) trabajaba hace tres años en revisión de paños. Después me enfermé y tengo que estar en un tratamiento con remedios caros y, para terminar, hace dos semanas se me quemó la casa… realmente no sé que más malo me puede pasar”.
Pilar Contreras Garrido (27) es una de las trabajadoras más jóvenes que quedó cesante con el cierre de la centenaria textil tomecina. Al igual que para su padre y para muchos de sus vecinos, las instalaciones de la fábrica de paños no sólo eran parte de su entorno, en el sector Bellavista, sino que también le dieron sustento a su familia por varias generaciones.
Hoy la comuna de Tomé tiene la cesantía más alta de Chile, un 15,7% según cifras oficiales del INE para el trimestre febrero-abril de 2008, superando por casi cuatro puntos a Lota, que por una década llevó la marca más alta de desempleo en la región.
Las calles de Bellavista, húmedas y oscuras, están semivacías en los días de semana. Apenas el débil humo de las chimeneas revela que hay miles de familias viviendo en este angosto valle, que se pobló desde fines del Siglo XIX, cuando un grupo de inmigrantes alemanes decidió que este era un buen lugar para producir telas.
A diferencia de Lota, aquí el Estado no ha realizado ningún esfuerzo por preservar la arquitectura patrimonial de los obreros textiles. Apenas unas pocas casas conservan la fachada tradicional con aires germánicos, que Carlos Werner construyó para sus trabajadores.
¿Qué vas a hacer ahora?. Pilar mira su casa con las paredes todavía sucias de hollín del incendio, con las goteras que se cuelan por el techo destruido por el fuego y las pozas en el suelo, y se encoge de hombros. Han recibido una ayuda en materiales por $350 mil de la Municipalidad de Tomé y esperan reparar pronto el techo. Su padre todavía tiene trabajo en la última fábrica textil que sobrevive en el pueblo: Crossville Fabric, y ella tiene la esperanza de conseguir uno de los cupos de capacitación, por tres meses, que les entregará el Sence.
Su sueño, asegura, sería poder estudiar una carrera profesional en un instituto, pero ¿de dónde sacar la plata?. Piensa que como técnico en enfermería lograría encontrar otro trabajo.
Sin embargo, viajar a trabajar a Concepción y estudiar en la noche es algo que está fuera de sus posibilidades. “Si apenas me ofrecen el mínimo”, explica, y con el valor de $700 que cuesta el pasaje en bus desde Tomé y otros $400 desde el centro penquista al trabajo, en cualquier parte, le significaría gastar casi $60 mil mensuales sólo en pasajes, más el dinero para comer. “Imposible, eso sería como cambiar plata por plata”.
Vivir con $120 mil
La crisis de Bellavista comenzó a agudizarse en 2006, cuando el desplome del dólar a $500 dejó a la empresa sin capacidad de cubrir los cuantiosos créditos que contrajo el 2002, cuando adquirió modernas maquinarias y equipos para hacer más eficiente su producción.
Los trabajadores aceptaron una rebaja del 10% en sus sueldos y los sindicatos golpearon puertas durante más de un año buscando apoyo para que la empresa en manos de Christopher Kaufmann renegociara sus pasivos.
El 3 de diciembre del año pasado la compañía de electricidad les cortó la energía, por no pago de dos meses, y la fábrica quedó parada. Finalmente, todas las promesas de un salvataje de BancoEstado quedaron en nada cuando el 14 de enero la empresa se declaró en quiebra.
Seis meses después, la ausencia de la textil se nota en Tomé. Son casi un millar de familias cuyos ingresos se derrumbaron, lo que ha resentido todas las actividades de la comuna. Los tres grandes supermercados que hay en la comuna reconocen una baja en sus ventas cercana al 10%, mientras que los comerciantes minoristas aseguran que se ha caído más del 20% en comparación al año pasado.
El alcalde Eduardo Aguilera explica que para mediados de mes la municipalidad debería estar en condiciones de pagar un bono “extraordinario” por seis meses, que alcanzará a los $120 mil líquidos. Este subsidio alcanzará a casi la totalidad de los ex trabajadores textiles, será para unas 700 personas, sin distingo si en una misma familia hay más de dos beneficiarios.
Es el caso de César Rivas Villagra y su esposa Filomena Alarcón Ormeño, ambos quedaron cesantes con el quiebre de la textil y deben mantener a cuatro hijos: el mayor de 13 años, otro de ocho años y dos gemelos de cinco. Filomena está hoy en su casa de Bellavista, cuidando a sus niños, mientras su marido sale a buscar trabajo, pero sólo encuentra algunos ocasionales “pololos”.
En forma adicional, casi la mitad de los ex trabajadores recibirá otros $180 mil mensuales durante tres meses, como un bono de capacitación que les entregará el Sence.
Para Sealthiel Matamala, presidente del Sindicato 1, se trata de una ayuda insuficiente para las necesidades de las familias, considerando que los sueldos de la textil, sin ser los mejores del mercado, superaban en promedio los $400 mil. En un año en que la inflación bordea el 9%, en que han subido muy fuerte los alimentos y los combustibles, es un duro golpe vivir ahora con $150.
Los dirigentes están molestos con algunas críticas de la propia comunidad, que les reprocha que todos recibieran íntegramente sus indemnizaciones por años trabajados, a través de un pago subrogado que les hizo BancoEstado. Sin embargo, asegura, después de seis meses la mayoría ya usó esos recursos para pagar las deudas, matricular a sus hijos en la universidad, costear tratamientos médicos, y el dinero para la gran mayoría se acabó, con nulas posibilidades de encontrar trabajo en Tomé.
“No queremos que se reabra la fábrica para nosotros… sabemos que los nuevos dueños contratarán a menos gente y no necesariamente a la misma que se fue. Por lo que estamos luchando es por toda la comunidad, para que no pase con Bellavista lo mismo que con la Fiap, en que hoy sólo hay ruinas”, expresa Mario Sanhueza, presidente del Sindicato 2.
El futuro
El futuro de Tomé aparece incierto, porque pese a las promesas de integrarlo en un “plan especial” y de los anuncios de inversiones públicas por $30 mil millones, la verdad es que la ciudad no muestra casi ningún cambio en los últimos dos años.
Hasta el edificio municipal, una casona de madera que cumplió 80 años, se ve desvencijada y vieja. Sus escalones rechinan y en sus instalaciones se hacinan sus funcionarios, incluyendo el deteriorado edificio de la ex Gobernación de Tomé, que hoy la comunidad reconoce como el edificio del Correo.
Los proyectos para remodelar el Paseo El Morro y el Paseo El Estero, que desde hace cinco años que promete el Ministerio de Vivienda, todavía no se inician.
Además, la iniciativa más ambiciosa, que es un proyecto “Bicentenario”, con el desarrollo urbano de los terrenos de ferrocarriles y la construcción de una avenida Costanera entre Tomé y Bellavista, se encuentra en un incómodo compás de espera, debido a la disyuntiva de la instalaciones portuarias de la pesquera Camanchaca en el sector de la ex estación (ex muelle Hinrichsen).
El alcalde Aguilera explica que la empresa pesquera, la única empresa grande que queda en Tomé y que da empleo a un millar de trabajadores, tiene un ambicioso proyecto en marcha de construir una planta de procesamiento de crustáceos (langostinos) en los terrenos de la ex fábrica Fiap, con una inversión de US$ 6,5 millones y que permitirá crear 500 empleos permanentes.
Los tomecinos está concientes de la importancia de apoyar y fomentar la instalación de nuevas fuentes de trabajo, en este momento crítico para la comuna, pero al mismo tiempo, explica el jefe comunal, saben que no pueden perder la oportunidad de desarrollar el turismo y propiciar inversiones inmobiliarias, con fines turísticos, en el sector de la ex estación.
¿Cómo compatibilizar un feo pontón pesquero industrial con un paseo de borde costero que permita el acceso a la playa de los turistas, con jardines, ciclovía y edificios de departamentos?. Ese es uno de los grandes desafíos para el municipio en los próximos meses.
En la Comisión Nacional de Medio Ambiente se tramita la declaración de impacto ambiental de este proyecto. Allí la municipalidad ha observado que “las instalaciones y la actividad de descarga, así, como el continuo traslado de camiones, podría interferir el normal acceso de los usuarios tanto del sector como turistas visitantes a los recursos playas del sector, influyendo y perjudicando zonas con valor paisajístico y de desarrollo turístico y el potencial inmobiliario del sector contiguo al muelle Hinrichsen. Además, genera obstrucción y contraposición tanto con el actual como en el nuevo Plan Regulador de la ciudad, enfocado al desarrollo turístico, recreacional e inmobiliario, con énfasis en el Borde Costero”.
En la adenda de la DIA Camanchaca respondió: “El titular aclara que el proyecto se instalará en las instalaciones existentes de Compañía Pesquera Camanchaca S.A., las cuales operan en ese lugar desde el año 1993. El proyecto en evaluación, contempla una significativa mejora en el valor paisajístico y turístico, dado que contiene una mejora constructiva y arquitectónica de su infraestructura existente (proyecto previamente consensuado con la I. Municipalidad de Tomé), y en el cual se insertan las instalaciones de la descarga de forma armónica con el proyecto de borde costero Tomé. Asimismo, señala que el flujo de camiones no afectará el desarrollo turístico del sector, dado que éste se desarrolla principalmente en época estival, y la descarga de crustáceos y langostinos, como ya se ha declarado, se realizará entre los meses de abril y octubre, por lo que no habrá nuevos camiones de Compañía Pesquera Camanchaca S.A., en el verano. El titular estima que la actividad a desarrollar por la empresa, contribuye notablemente al desarrollo de la comuna de Tomé dado que generará 650 plazas de trabajo, de las cuales 500 corresponden a la etapa de operación. Esto, ayudará a mejorar significativamente la calidad de vida de la población residente de la comuna, que actualmente se encuentra en conocida crisis económica”.
El próximo miércoles 9 la intendenta María Angélica Fuentes recibirá al concejo municipal de Tomé en pleno. Será la oportunidad para que la comunidad insista ante el gobierno en que no bastan las declaraciones de “planes especiales”, sino que urge acelerar los proyectos de desarrollo urbano postergados, mejorar la vialidad de acceso a la comuna, inyectar más recursos al municipio para renovar la ciudad, estimular e impulsar nuevas inversiones privadas. En resumen, que el duro invierno que hoy vive esta comuna de 50 mil habitantes, de paso a una esperanzadora primavera.
*Publicado en EL SUR. Cuerpo de Reportajes. Pág. 32 y 33
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