miércoles, marzo 05, 2008



LUIS ANDRES JORQUERA VENEGAS, aún no ha muerto


El primer domingo de marzo 2008, tuve el privilegio y la tristeza de acompañar hasta su última morada, al notable profesor de Historia y Geografía Luis Andrés Jorquera Venegas, quien por tres años ejerció la docencia en Talcahuano y por veinticinco años en Penco. Residiendo toda la vida en el barrio California de su Tomé natal. Fue un privilegio haberlo acompañado, ya que muchas otras personas, muy a destiempo se enteraron o se enterarán de su sorpresiva partida. Fue una tristeza comprobar una vez más lo efímera y vulnerable que es la vida.

Allí en el camposanto de los aromos junto al mar y bajo un cielo de gaviotas alborotadas (como si estuvieran en recreo), dos maestras que le conocieron, apreciaron y valoraron su trayectoria, en las escuelas Penco e Isla de Pascua, de la vecina localidad, despidieron sus restos a través de acertado discurso y emotiva canción. El ex alcalde de Penco don Ramón Fuentealba, quien también fuera su Director, expresó emotivas palabras que brindaron una perfecta semblanza y justo reconocimiento a un hombre, a un profesor que bien merece y merecerá el nombre de Maestro. Se sumaron a esos homenajes de profunda emotividad, las palabras acongojadas de su sobrino-hijo Andrés, de su hermano y un primo.

Se apagó la voz sonora y culta de un profesor, sin embargo su voz escrita no se apagará tan fácilmente. La voz de un libro tiene millones de ecos. El se dio tiempo y sacrificio para escribir libros y artículos, la mayoría dedicados a rescatar del olvido a su tierra natal: “Tomé: su historia y vida cotidiana”, “Ignacio Serrano, el héroe olvidado” , “Nota histórica sobre el desarrollo económico de Tomé”, “La actividad periodística tomecina”, “Evolución urbana de Tomé”, “Índice toponímico de Tomé”, “Centenario de la Primera Compañía de Bomberos de Tomé” y la “Historia de la Plaza de Armas de la ciudad de Tomé, entre otros. Quizás quedaron textos inconclusos. Después de todo, la vida es siempre una obra inconclusa.

Quienes se han marchado antes que nosotros, seguirán viviendo en nuestros recuerdos. Quienes han escrito libros, como en el caso de Luis Andrés, seguirán hablando mientras sean leídos. El peso de la tierra bajo la cual ahora duerme, no es capaz aún de apagar su voz. El Maestro de Historia aún no ha muerto.


Rolando Saavedra Villegas

Profesor tomecino