lunes, enero 25, 2010

El olvidado patrimonio de nuestro puerto textil

Este miércoles se remata la fábrica de paños Bellavista Oveja Tomé . Junto al sueño de reactivar la industria, varias instancias mantienen proyectos de resguardo tanto del centenario recinto como de un archivo fotográfico que retrata una época de esplendor.


Publicado en El Mercurio por Carolina Lara B.

A unos 500 kilómetros al sur de Santiago, en plena bahía de Concepción, está Tomé. A la localidad se llega bajando por un camino sinuoso y escarpado, con una vista idílica que lo abarca todo: el mar, las playas, los cerros tapizados de casas y, en primer plano, aterrizando a los pies de la cuesta Caracol, el enorme recinto de la fábrica de paños Bellavista Oveja Tomé.

El lugar construido en 1865 está hace dos años en silencio. A comienzos de 2008, la industria que allí se forjó situando a Tomé como uno de los puertos principales del siglo XIX, con toda una época de pujanza que se extendió hasta el siglo pasado, fue declarada en quiebra.

Pese al atractivo turístico de la ciudad, las historias de cesantía y carencias sociales se escriben aquí desde la década de 1980. Pero este último episodio pareció definitivo. El remate de este miércoles 27 guarda el compromiso de reactivación de la fábrica textil. Los acreedores contarían incluso con el apoyo de Corfo. Sin embargo, los tomecinos guardan más bien la sospecha. Si las instalaciones corrieran algún peligro frente a los requerimientos de los nuevos dueños, redoblarán esfuerzos por defender el patrimonio arquitectónico y un acervo fotográfico que se conserva allí dentro.

Hay versiones digitalizadas que circulan en la web. Imágenes de fines del siglo XIX y comienzos del XX que "reflejan la época de mayor y sostenido desarrollo logrado por la industria Bellavista, que junto a otras (Nacional y FIAP) le dieron a Tomé el justificado apelativo de Puerto Textil", afirma Rolando Saavedra, historiador de la zona.

De autores desconocidos, las fotografías "muestran la organización en que se desarrollaban las actividades laborales, el respeto por la jerarquía. Se advierte la presencia de empresarios, directivos, obreros y empleados; la marcada diferencia en la forma de vestir y la presencia de muchas mujeres obreras", agrega.

Escenario rotundo es el recinto fabril. Su importancia arquitectónica, dice, pasa "por ser la construcción industrial más grande de la región tanto por superficie construida (37 mil 400 metros cuadrados) como por obedecer a un conjunto homogéneo, lo cual se afianzó con su reconstrucción después del terremoto de 1939. Su excelente estructura prácticamente no fue afectada por los sismos de 1960".

El valle de Bellavista

Valeria Gajardo, encargada de Cultura del municipio, cuenta que ya se constituyó un Comité de Protección Patrimonial Material e Inmaterial de la comuna. "Para nosotros no hay nada concreto sobre la reactivación. Si las disposiciones del remate no funcionan, existe la voluntad política -tanto del sindicato de trabajadores como de la municipalidad- para luchar por que siga la industria en el mismo rubro. Independientemente de lo que ocurra, estamos trabajando por que se cree conciencia sobre lo último que nos queda como patrimonio textil. Pero el interés no es sólo resguardar el recinto, sino todo Bellavista, que es la puerta de entrada a la comuna y la parte más antigua".

El sector fue construyéndose en la medida del desarrollo textil, encajonado entre cerros de bosques y esteros. Desconocido para los turistas que reposan en las playas o pasan directo por Tomé hacia Dichato y Pingueral, parece detenido en el tiempo. Similar a lo que ocurrió en Lota en torno a los yacimientos carboníferos, las poblaciones van dando cuenta del ordenamiento social. Gimnasio, escuela, sede sindical, casas para jefes y pabellones para obreros se mantienen aún en buenas condiciones, con familias que crecieron por generaciones vinculadas a la fábrica.

Gajardo sostiene que la municipalidad ya ha presentado proyectos para declarar patrimonio regional tanto Bellavista como la fábrica y otros hitos históricos de Tomé. "Pero son trámites lentos, con todo un conjunto de disposiciones que pasan porque las propuestas sean sustentables y con acuerdo de la comunidad".

El síndico de quiebras Enrique Ortiz asegura que en estos dos años, "tanto el inmueble fabril como todos los bienes han sido objeto de un proceso adecuado de mantención, con un equipo especializado en el tema".

Ortiz se muestra optimista frente al interés que ha despertado el mínimo de licitación propuesto ahora, de 2 millones de dólares, después de un remate declarado desierto el año pasado. Reafirma que el objetivo principal del proceso "es que los potenciales compradores hagan funcionar nuevamente la fábrica y recontraten al personal cesante".

Una vez rematado el recinto, ¿qué podría pasar con el archivo fotográfico?: "Lo razonable es que un eventual comprador mantenga intacto ese patrimonio en su interior", añade.

Además del municipio, el Archivo Fotográfico de la Universidad de Concepción se mantiene también abierto a proyectos de rescate de esta serie fotográfica que podría incluso ser enriquecida con un catastro que incluya a familias de Tomé. "Muchas de ellas conservan álbumes de época, un material claramente inconmensurable", remata Claudia Arrizaga, coordinadora de esta unidad.

Telas en la Guerra del Pacífico

En sus inicios, las dependencias de la fábrica de Bellavista fueron ocupadas por un molino triguero, cuya reconversión se produjo después de la baja de exportaciones del cereal a Estados Unidos, hacia 1860. La industria de paños nació justamente de la venta del cereal que abundaba en la bahía, con 25 telares que compró Guillermo Gibson Délano, un empresario norteamericano. El historiador Rolando Saavedra cuenta, además, que muchos de los soldados y marinos de la Guerra de 1879 vistieron uniformes confeccionados con telas de Bellavista.