jueves, marzo 13, 2008

Publicado en Diario EL SUR. Pág. 5. Martes 11 de marzo de 2008.
Comunidad exige agilizar proyectos que den empleo

Tomé vive incertidumbre después del cierre de la textil

·Los 750 despedidos en Bellavista Oveja comenzarán mañana a recibir sus finiquitos y recibirán en promedio $3 millones.


Por Nello Rolleri.

"La gente nos detiene en la calle y nos pregunta qué pasará con la fábrica. Si hay alguna posibilidad de que se vuelva a trabajar o si va a desaparecer. Nos dicen que en sus parroquias e iglesias están rezando por nosotros. Eso nos conmueve y no llena de energía para seguir caminando".
Así lo expresa Sealthiel Matamala, presidente del Sindicato 1 de la textil, que tuvo la difícil misión de explicar a sus asociados que la fábrica que se fundó en 1865, estaba quebrada y que sus 750 trabajadores estaban en la calle.
Esta semana comenzará el pago de los finiquitos, cuyo pago se hizo adelantado al proceso normal de una quiebra, gracias a la gestión del gobierno ante BancoEstado, que cancelará estas deudas con los trabajadores en forma subrogada, es decir, cobrará después el crédito entregado cuando la fábrica sea liquidada.
En promedio cada trabajador recibirá $3 millones, aunque esa cifra dice poco, ya que algunos profesionales con más de diez años de servicio podrán recibir diez veces esa cantidad, mientras algunos empleados con menos antigüedad, con suerte obtendrán el pago de un par de meses de sueldo.
¿Y qué haremos ahora?. La pregunta se la formulan con angustia aquellos ex textiles que tienen más de 50 años, ya que ven que la posibilidad de encontrar un nuevo trabajo, como empleados, es casi inexistente. Son ellos los que esperan con más ansiedad que el síndico Enrique Ortiz D'Amico logre la continuidad de giro de la empresa y su venta como unidad económica a un nuevo empresario. Sin embargo, Matamala advierte que ello es una tarea que se hace cada vez más cuesta arriba, a medida que el dólar baja su valor.
Los menores de 40, especialmente los profesionales, han comenzado a buscar horizontes en otras ciudades. Muchos han comenzado a empacar sus cosas de Tomé y se irán a Santiago. Otros, ya vivían en Concepción y han formado aquí sus familias, por lo que esperarán algunos meses a que la situación se decante. "Yo calculo que el 20% de los ex trabajadores se ha ido o ha comenzado a hacer otra cosa. El 80% restante está a la espera de que Bellavista reabra sus puertas", dice Matamala.
La comuna se ha quedado sólo con una gran industria, que es la procesadora del salmón. El resto son comercio y servicios, que han comenzado a verse resentidos con el cierre. María Fuentes, una de las microempresarias que se dedica a la actividad, explica que durante los meses de verano las ventas se mantuvieron buenas, por la presencia de turistas, especialmente en el área de alimentos. Sin embargo, "se les apareció marzo", con un fuerte descenso de las ventas. "El cierre de la fábrica se nota", añade, porque durante los días de semana las tiendas pasan vacías y hay muchos comerciantes que están comenzando a ponerse nerviosos, de que esta crisis continúe.


Plan Tomé

Para Guillermo Miranda Fontalba, tomecino por adopción y presidente provincial del PDC, la crisis textil no está siendo correctamente enfrentada por el gobierno. El pago de los finiquitos por parte de BancoEstado no puede ser la única respuesta ante el cierre de la principal industria de la comunidad.
Lamenta que se desperdicien oportunidades, como la oferta de 300 cupos de capacitación que hizo el Ministerio del Trabajo. "Hasta ahora ni el municipio, ni los sindicatos, se han pronunciado al respecto".
Plantea que la crisis de la comuna también pasa por el municipio y la necesidad de que se mejore la gestión del alcalde Eduardo Aguilera y la coordinación con los organismos del Estado, para sacar adelante el "Plan Tomé". Advierte que así como están las cosas, el Bicentenario encontrará a la comuna sin tener ninguna de las grandes obras proyectadas, como la recuperación del borde costero y la avenida Costanera.
Pese a la existencia de un convenio de programación firmado el año pasado por la ex intendenta María Soledad Tohá entre el Gobierno Regional y los ministerios de Obras Públicas y Vivienda, con un plan de inversiones por más de 10 mil millones de pesos para la comuna, todavía no se desarrollan ni siquiera los estudios de ingeniería, ni se inician las expropiaciones, lo que a juicio de Miranda, revela una debilidad del municipio.
Miranda añade que sería muy lamentable que pasara este año sin que se inicien los trabajos –como la ampliación de la avenida Latorre o la construcción de los paseos El Morro y El Estero- que deberían estar en ejecución desde el año pasado y servir para enfrentar la crisis laboral de la comuna.
El problema de fondo, es que Tomé sin industria textil ha perdido no sólo una parte de su identidad, sino que avanza sin rumbo. "Creo que fue un error plantear desde el municipio que somos una comuna turística, cuando la realidad es que aparte de contratar una decena de promotoras para los meses de enero y febrero, es muy poco más lo que se hace", reclama. El turismo de playa, en una zona como la nuestra, agrega, no ofrece los puestos de trabajo que se requieren. Eso pasa por debilidades básicas en la infraestructura: "en Cocholgüe, El Morro y Coliumo la gente que llegaba los fines de semana no tenía ni donde estacionarse". Lo que requiere la comuna, explica, son proyectos innovadores, que signifiquen el desarrollo de nuevas actividades. En esa labor de fomentar el emprendimiento, Tomé se está quedando rezagado.



Sin educación superior



Para muchos de los ex trabajadores de la textil, su principal angustia es saber cómo lograrán pagar los estudios superiores de sus hijos, en las universidades e institutos profesionales en Concepción. Sin embargo, este grupo de jóvenes son privilegiados, porque al menos tuvieron la oportunidad de ingresar a la educación superior.
El drama es para miles de jóvenes de 18 a 20 años, que egresaron del Liceo Vicente Palacios, el Liceo Comercial o el Liceo Politécnico, con un mediocre resultado en la PSU y que hoy matan su tiempo en las esquinas, porque sus padres no tienen recursos para matricularlos en una institución privada.
Tomé, pese a los varios intentos que se han realizado en años anteriores, no tiene ningún centro de educación superior, lo que es una grave necesidad para aquellos de menores recursos, advierte el profesor Rolando Saavedra. Sin otros estudios que un diploma de cuarto medio, tienen muy pocas opciones de encontrar un trabajo o de ganar algo más que el sueldo mínimo.