martes, julio 18, 2006

Dramático campamento en Tomé

“Aquí nos tiraron como a perros”

* Son familias de pescadores artesanales de Cocholgüe daminificadas de los temporales del año pasado. Hoy viven en condiciones deplorables.

Por Nello Rolleri Veloso.

“Tenemos que caminar como tres cuadras para ir al baño. Imagínese lo que me cuesta andar por el barro, si tengo una pierna mala. Mi hija tiene aquí a dos guaguas enfermas de los bronquios por esto... si nos vinieron a tirar aquí como si fuésemos perros”.
Así lo relata Herminda Cid Coloma (53), quien vive en una mediagua de tres metros de ancho por seis de largo, donde le cabe su cama, una mesa, una cocina a gas y un mueble donde guarda sus enseres.
Afuera truena la lluvia y el viento se cuela por las rendijas de la precaria vivienda. Sólo tiene una radio como compañía. No sabe nada de la final del Mundial del Fútbol que a esa hora entretiene a la mayoría de los chilenos. Ella pasa las tardes tomando mate y acarreando agua desde la única llave que tiene el campamento.
Doña Herminda es parte de las 60 familias que en los temporales del año pasado resultó con su vivienda inhabitable en Cocholgüe, en la comuna de Tomé. El cerro se derrumbó sobre sus casas y la mayoría perdió gran parte de sus bienes.
Sin embargo, a diferencia de las familias que en similares condiciones perdieron sus casas en el cerro La Pólvora y Agüita de la Perdiz, en Concepción, a los habitantes de Cocholgüe no recibieron subsidios de arriendo por parte de la Intendencia, sino que debieron contentarse con un improvisado campamento, de 60 mediaguas de madera, junto a dos contenedores metálicos que debían servir de servicios higiénicos comunes, pero que todavía no funcionan, porque no están conectados a la red de alcantarillado.
De las 60 familias damnificadas, la mayoría no aceptó trasladarse al campamento y se las han arreglado para recontruir sus casas en los cerros de la caleta de Cocholgüe, pese a que se mantiene la amenaza de derrumbe.
Sin embargo, una docena de ellas no lograron rehabilitarlas y han debido trasladarse hasta este campamento, en un sector denominado “Cancha Hempell”.
Erminda Cid Coloma dice que toda su familia fue de pescadores artesanales, pero que ahora sólo le queda un hijo que vive con ella y que está en la Escuela de Grumetes de la Armada. Hoy sobrevive con una pensión asistencial de invalidez de $32.713 y una canasta

“Casas enanas”

El caso del campamento de Cocholgüe en Tomé son viviendas provisorias, en que existe al menos una promesa de una solución definitiva.
Distinto es el caso de las casetas sanitarias que recibieron 49 familias de allegados del sector Bellavista, en la misma comuna, ya que sólo 20 lograron terminar la vivienda. Las restantes 29 casetas están abandonadas y los “beficiarios” sienten la impotencia de 13 años de espera, en que lograron ahorrar $15 millones que les costó el terreno, pero ahora se les cierran las puertas en el municipio y en el Serviu para otorgarles un segundo subsidio que les permita terminarlas.
Elsa Soto, la dirigenta social de la “Villa Licarayén”, explica que les advierten que ellos sabían que no recibirían más ayuda del Estado y les dicen que si no están contentos, pueden vender la caseta.Algunos ya la ofrecen por 6 millones de pesos, junto con el terreno de 14 por 7 metros.

Sin casas ni terrenos

El problema de la caleta Cocholgüe es la escasez de terrenos donde se puedan construir viviendas sociales, ya que el sector se caracteriza por una falla geológica, que periódicamente causa estragos en las casas e incluso en el camino.
Herminda Cid explica que son muchas las familias de pescadores artesanales que hoy sólo están subsistiendo con las canastas familiares que les entrega el municipio, por lo que no tienen ninguna posibilidad de reparar sus viviendas dañadas por el temporal del año 2005. Para las que se quedaron en Cocholgüe, explica, sólo rezan para que el invierno no sea tan crudo y las obligue a trasladarse hasta el campamento.
Asegura que han recibido promesas de que se les entregará una vivienda definitiva, pero que todavía no hay nada concreto. Sin embargo, durante este invierno sus reclamos por la necesidad de contar con baños no han sido escuchado y llevan cinco meses utilizando los camarines que existen en una cancha de fútbol cercana, que se las facilita la junta de vecinos del sector.

*Publicado en Diario EL SUR. Lunes 10 de julio de 2006.