domingo, noviembre 27, 2005

Tribuna de Diario EL SUR

El arquitecto Antonio Zelada siempre nos sorprende con su mirada lúcida de la ciudad. Esta semana tiene previsto iniciar un ciclo de mesas redondas. La primera se realizará el próximo miércoles 30 en el Instituto Chileno Norteamericano a propósito de la Ribera Norte. Una semana antes (miércoles 23 de noviembre de 2005) publicó en la sección "Tribuna" de Diario EL SUR la siguiente columna, en la que se refiere a mi reportaje "Así se frustró el proyecto visionario" publicado en el suplemento "Tendencias".


¿La Costanera o Ribera Norte?

Hace algunos años, los penquistas hablábamos de la Costanera y todos sabíamos de qué estábamos hablando. De repente nos cambiaron el discurso y ahora hablamos de "la Ribera Norte".
Hoy, si hablamos el Plan Ribera Norte o del Programa Ribera Norte, tal vez nos ubicamos mejor y sabemos que se trata de un programa o plan que puso en marcha el gobierno central, para beneficiarnos a los penquistas ¿Para beneficiarnos a todos? Eso, al menos, me parece materia de discusión.
En los últimos meses se ha escrito (más que hablado) harto del Plan Ribera Norte, para bien y para mal, pero haciendo un somero balance parece que predomina lo de para mal. Se han publicado artículos, cartas, reportajes, principalmente en este diario, algunos muy descarnados, como el del periodista Nello Rolleri; cuánta falta hacía que las cosas se dijeran con propiedad periodística y con la responsabilidad y respaldo de un medio como es este diario.
Y dicho con claridad, franqueza, y con espacio.
Sin duda el mejor análisis urbano anterior sobre el problema fue el del arquitecto penquista que labora en las academias extranjeras, Roberto Goycolea Prado, a quien se le dio también un gran espacio.
Personalmente conozco lo de "la Costanera" de un modo casi profesional, ya que estuve hace un buen tiempo a cargo de uno de los varios estudios que se hicieron antes sobre esta faja ribereña que siempre ha interesado a los penquistas. Si bien proponía lo mismo (o tal vez algo mejor) que lo que muchos años después se hizo, no prosperó porque se encargó de echarlo abajo el primer gobernador del retorno a la democracia.
El segundo gobierno concertacionista descubrió la rica veta política que allí había y se encargó de reformular una última versión de "la Costanera" penquista (con arquitectos santiaguinos con insuperables nexos políticos) a toda vela, partiendo con un nuevo puente puesto y bautizado por el entonces ministro Lagos y con el Plan Ribera Norte I, del entonces Presidente Frei.
Y claro, como todo partió como un descubrimiento desde el centro, se siguió manejando desde el centro, porque los penquistas poco pito pudieron tocar en ese gran baile. De hecho, el puente no era el que los penquistas habían querido, no en ese punto al menos. El Plan Metropolitano penquista no lo había soñado en ese punto, donde implicó cortar la ciudad con una carretera urbana como lo es hoy el eje Irarrázabal-Los Carrera-Puente Llacolén.
Y el plan urbanístico, amén de no dar lugar al soterramiento de las líneas del ferrocarril, el eterno obstáculo entre la ciudad y el río y por lo tanto de una real área Costanera que permita gozar del río, se planteó con un criterio centralista y político por su alcance inmediato: privilegiar la nueva zona urbana generada para los pobladores tan precariamente allí instalados.
El Plan, hecho a toda velocidad y pisando todos los instrumentos penquistas (el Plan Regulador Metropolitano, el Plan Regulador Comunal en estudio casi ya al final, el frustado Plan Seccional Costanera, un estudio en elaboración y nunca conocido del arquitecto Manuel Carrasco, entre otros) se puso en marcha con grandes inversiones como el mejoramiento y rellenos del suelo, la construcción de los edificios que ahora están, la calle-carretera de borde, el área verde denominada Parque Costanera con las esculturas urbanas. Y bueno, todo es bienvenido al fin y al cabo.
Al fin y al cabo somos como los habitantes de una especie de colonia provinciana, y lo que la metrópolis nos da o nos hace, bueno, está bien ¿no?, como habría dicho el catalán de los antiguos...
En 1989, buscando el objetivo de mi estudio frustrado hice una especie de encuesta a líderes de opinión de diversos ámbitos, y quiero transcribir uno solo de los más de 30 escritos que recibí de respuesta. A la pregunta: ¿Cuál sería su idea de lo que debe ser el borde de la ciudad en la ribera del Biobío? un muy respetado ciudadano con mucho mundo, contestó que "una especie de "Riviera" como en la Costa Azul francesa y la riviera italiana"... Bueno, nada que ver con lo que hoy tenemos.
No obstante, y después de todo, creo que las cosas pueden aún mejorar. El programa Ribera Norte en lo que debe seguir está siendo reformulado; por otra parte la Universidad de Concepción, con el patrocinio del Colegio de Arquitectos de Chile prepara una mesa redonda donde se expondrá públicamente un ambicioso proyecto de canalización del Biobío, con amplias posibilidades de ganancia de suelo ribereño. Como dijo Jorge Manríquez: ¿se hará realidad un cambio como ése?, ¿viviremos nosotros para verlo?

Antonio Zelada E.
Arquitecto

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